domingo, 8 de julio de 2012

Modorra

  Consiguió sobrevivir a las dos primeras ráfagas de timbrazos del despertador sin perder la modorra. Entonces comenzó a esbozar mentalmente la historia de un hombre que regalaba a un muñeco su nombre y apellidos para que se levantara por él e hiciera su trabajo, pero la tercera llamada del despertador le obligó a desistir y salir de la cama.

  Esta mañana me desperté muy pronto sin querer y entre un sueño y el siguiente escribí esto (sin retocar) en mi cuaderno, con letra de médico. Cuando me he levantado de verdad ha sido casi como leer algo ajeno. Es la primera vez que me pasa. 

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